¿Regalos de más de 100 euros? No, gracias

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Las compañías españolas restringen los presentes que pueden dar o recibir sus empleados y directivos. Las prohibiciones, claves en tiempos de crisis, se recogen cada vez más en sus códigos éticos.

Hace algo más de tres años, el gigante industrial Siemens sufrió en primera persona las consecuencias de un delito de corrupción cometido por la alta dirección que costó a la firma su imagen y cerca de 2.000 millones de euros.

Para recuperar la confianza del mercado, el entonces nuevo presidente, Peter Löscher, marcó un antes y un después en la historia de la multinacional con su decisión de endurecer el código ético y multiplicar casi por diez los recursos destinados a vigilar su cumplimiento.

En un renovado escenario que no admitía titubeos ni zonas grises, se marcaron a fuego los límites de los regalos y de los gestos corteses con los clientes. El profundo proceso de transformación liderado por Löscher hizo que Siemens recuperara su credibilidad en tiempo récord.

El valor de lo prohibido
Aunque el modelo del gigante alemán en la lucha contra la corrupción es uno de los más ambiciosos que existen, su ejemplo va calando en todo el universo corporativo. En España, la mayoría de las grandes empresas hace especial mención en sus códigos éticos a los regalos que se pueden aceptar y algunas compañías cuantifican, incluso, el valor de lo prohibido.

En las relaciones con sus proveedores, Inditex, por ejemplo, no permite dar o aceptar regalos de más de cien euros y da instrucciones para rechazarlos. Además, explica que, si no fuera posible su devolución, deberán destinarse a “fines de interés social”.

Mientras, el código de Santander advierte de que “cualquier regalo, invitación o atención cuyo valor sea superior a 150 euros deberá ser autorizado por el director de área”, y prohíbe los que puedan interpretarse como destinados a “afectar el criterio imparcial del receptor”.

Los códigos internos de otras grandes empresas diseñan fronteras sin números, pero todas quieren evitar que los regalos se vinculen con posibles tratos de favor. En el caso de NH, el límite se encuentra en el “mero detalle” y grupos como ACS rechazan dádivas que “puedan alterar el desarrollo de las relaciones comerciales, administrativas o profesionales”.

Endesa es más concreta con la definición de regalo y lo encuadra en cualquier tipo de favor, desde una “participación gratuita en convenios”, hasta la “promesa de una oferta laboral”. Además, especifica que los obsequios de la eléctrica “se caracterizan porque están destinados a promover la imagen de marca de Endesa”.

Repsol prohíbe a los empleados atenciones que puedan “afectar a su objetividad o influir en una relación comercial, profesional o administrativa”; en la misma línea que Telefónica, que destierra cualquier gesto que pueda “recompensar o influir en una decisión empresarial”; y que Indra, que proscribe los obsequios dirigidos a influir en las relaciones comerciales o administrativas. Mientras, Abengoa veta el regalo cuando “parece obligar” a la persona que lo reciba. OHL y Red Eléctrica también centran sus instrucciones en la objetividad e independencia.

La delgada línea
A pesar de los esfuerzos, no es fácil definir la delgada línea que separa el detalle del regalo que compromete. Si una persona hace un esfuerzo extra en su trabajo, ¿por qué no reconocer su mérito? Las compañías también tienen derecho a premiar a sus mejores colaboradores, aunque no es lo mismo enviar una botella de vino que pagar un viaje de lujo a un directivo y a toda su familia con el fin de lograr un contrato y desplazar a la competencia.

El problema es que, hasta la reforma del Código Penal llevada a cabo este año, el soborno entre particulares en España no estaba tipificado y sólo se contemplaba como delito en el caso de cargos públicos. Y los expertos advierten de que las costumbres, sobre todo las malas, no cambian de la noche a la mañana.

El socio responsable de Forensic de Ernst & Young y experto en fraudes, Ricardo Noreña, asegura que “todavía queda mucho por hacer” en España y considera necesario dedicar más esfuerzos a auditorías, revisar los procedimientos de control y trabajar en concienciar a los empleados de la diferencia entre aceptar un regalo y recibir un soborno.

Pese a todo, los expertos también recuerdan que lo que no consiga cambiar el nuevo Código Penal o los reglamentos corporativos lo hará una crisis económica que ha colocado los regalos corporativos en peligro de extinción.

Fuente: Expansion